sábado, 21 de noviembre de 2009

El Niño Prematuro


Hoy os dejo un extracto de un artículo más que interesante de la Prof. en Psicopedagogía Lita Alfaya, encuentro que es muy esclarecedor ya que refleja fielmente lo que sentimos desde este blog.

“El niño tiene en el momento de nacer una historia, la de su vida fetal. Es receptivo y activo, está alerta a los intercambios sensorio-motores (visuales-auditivos-táctiles), a los intercambios de lenguaje verbal, atento al que lo acuna, lo asiste, le habla y le sonríe.

El corte del cordón umbilical separa al feto de las envolturas placentarias, perdiendo así la seguridad acuática que lo cobijaba.

El recién nacido oye el corazón del otro pero ya no escucha el suyo. Está ligado a la madre por el olfato y la voz, por eso los olores y los fonemas que percibe cerca de ella lo hacen sentirse seguro.

El nudo de la seguridad son el ritmo y el olfato, tiene necesidad del contacto con el cuerpo de la madre, cuyo ritmo ha conocido in útero. De este modo, lo vivido en él se teje y entrecruza con lo que siente la madre.

En el caso del bebé prematuro, este recibe cuidados intensivos en su cuerpo, y por añadidura una información mímica, auditiva y de comportamiento del entorno. Así, todo lo que la madre dice y hace al lado del bebé prematuro queda cuando ella se va.

Todos los bebés necesitan comunicación. La inmadurez extrema no parece imposibilitar el deseo de ser oído por otro, incluso el gran prematuro está sediento de palabras.

Es precisamente por eso que actualmente, en la mayoría de los servicios de reanimación de lactantes, el esfuerzo del equipo de salud se centra en la necesidad de mantener a cualquier precio el lazo entre madre e hijo, hay que salvar no sólo la piel del niño sino también “su piel psíquica”.

Esta última afirmación hace referencia a que existen experiencias hechas en las que, cuando es posible, el contacto cuerpo a cuerpo con la madre permite al bebé prematuro aumentar más de peso que un recurso tecnológico.

Frases como “háblele, reconoce su voz, está demostrado; conoce su olor, meta las manos en su incubadora, la reconocerá”. Las experiencias son rotundas, está demostrado científicamente.

Así en gran parte de los servicios en los que se atienden bebés prematuros la presencia de la madre es bienvenida y facilitada, salvo en los momentos en que se hacen “maniobras” (cambio de sondas, análisis, etc).

Por otro lado, también es necesario sostener a la madre, permitiéndole sufrir la preocupación maternal primaria.

Ahora me gustaría dejar un momento para la reflexión… si sabemos que es lo mejor para un bebé prematuro y para su madre, ¿Por qué no luchamos todos para que se haga realidad?.


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